lunes, 13 de diciembre de 2010

Revisando festival el ABRAZO CHILE 2010

Elipse del Parque O’Higgins
11 de diciembre de 2010

No digamos que esta clase de iniciativas es nueva en nuestro país. Basta recordar lo realizado en instancias como el Día de la Música en sus distintas versiones, como también Las Cumbres del Rock Chileno, dan muestra de que en términos generales eventos masivos como éste de “El Abrazo”, en el que se pretenden abarcar a figuras emblemáticas con un mismo fin, en este caso, la unión de los pueblos. Partiendo entonces desde esa premisa, es absolutamente inviable que se realicen divisiones entre los propios asistentes. A fin de cuentas, son ellos los que conforman el corpus principal de todo espectáculo. Y, lamentablemente, era una pena apreciar que mientras un sector no estaba a toda su capacidad, mientras que el sector popular, ubicado a varios metros del escenario principal, en este caso compuesto por dos stage.

Eso es otro punto en contra en cuanto a logística. La coordinación necesaria para respetar los tiempos de un artista al dividirse en dos escenarios colocados uno al lado de otro, prueba hasta qué punto la producción del evento o jugó a ganador, o pecó de inocencia al respecto. Lo cierto es que esos puntos son decidores y, a veces, se sobreponían a la idea de elaborar una fiesta popular (que por cierto, era pagada y tenía un costo bastante alto), un evento masivo que pretende finalizar el año bajo la metáfora del abrazo como elemento unificador. Y eso, claramente, fue la primera de muchas contradicciones en que se cayó durante la extensa jornada musical.

Una que inició a las 15:30 en punto con la salida de Los Bunkers, que en estos días están presentando su reciente tributo a Silvio Rodríguez en clave rock, “Música Libre”. No obstante, son sus canciones más antiguas las que generan la mayor respuesta, como por ejemplo ‘Llueve sobre la ciudad’ junto a Adrián Dargelos de los Babasónicos. A decir verdad, sin pena ni gloria pasaron los penquistas. Y, dadas las distancias, era imposible decir si en el sector de la cancha “normal” había una respuesta positiva para los de Concepción. La ridícula división de la elipse, exagerada y sin proporciones, hacía imposible esa tarea. Ni hablar de las tribunas colocadas a los costados, donde era bien poco lo que se podía ver, incluso en las ubicadas en el mal llamado sector VIP del evento.

Sorprendió ver a los artistas locales tan callados. Sí, Jorge González apeló a su histrionismo y repasó a Sebastián Piñera, tildándolo de ladrón. Pero ni Los Tres, Los Bunkers o los Jaivas hicieron algo similar. Por ello es que fue monumental que Gustavo Cordera, el líder de la Bersuit, al final de su presentación fustigara los proyectos de Pascua Lama y la aplicación de la Ley Antiterrorista a los mapuches, quienes luchan por sus tierras ancestrales. Quizás eso fue lo único de “abrazo” que apeló a la metáfora inicial.

Los homenajes tampoco faltaron, aunque siempre con la sombra de Cerati. Ya sea el siempre elegante Spinetta y su versión iluminada de ‘Té para 3’, que fue uno de los momentos altos de la jornada, como también guiños a Charly García (uno de los presentes) en la sección femenina del evento a cargo de Fabiana Cantilo, Nicole, Denisse Malebrán y Javiera Parra. Una pena que cuatro artistas no lograran siquiera mostrar algo de comunión en el escenario. Un pobre, lamentable y pésimo ejemplo de lo que un “abrazo” debe y tiene que significar.

Chancho en Piedra fue, quizás, el punto de inflexión para las más de 60 mil personas que se aglutinaron en la elipse del Parque O’Higgins. Fueron los únicos que utilizaron de forma sabia la escasa media hora dada a las bandas (sí, en un evento de este tipo hay que ser cuidadosos con los horarios) al hacer un medley con temas probados: ‘Edén’, ‘Eligiendo una reina’, ‘Almacén’, ‘Guach perry’ y ‘Pregonero’, fueron los que formaron parte de eso. Y lo mejor llegó junto a Quilapayún y una muestra de la “Cantata de Santa María” que grabaran junto a los insignes músicos.

Digamos que ese sí fue un verdadero abrazo. Mucho más que, por ejemplo, la consabida versión de ‘El pueblo unido’ que interpretaron Los Tres junto a Ismael Oddó, de los Quila. Y a propósito de lo mismo me pregunto por qué, si la banda tiene un nuevo disco con el que están ganando críticas favorables, regresan a revisar su historia en estas presentaciones masivas. ‘Hojas de té’, por ejemplo, sigue sonando poderosa, pero fue una suerte de mentira: debut auspicioso y final predecible.

Lo contrario, por ejemplo, a la elegancia de Spinetta y al rock, ese con mayúsculas, que Fito Páez y Leon Gieco, ambos con sorpresas y con diferentes aristas. Mientras el primero se colgó de The Beatles y recurrió al ruido fuerte de, por ejemplo, ‘Ciudad de pobres corazones’, y además revivió épocas pasadas junto a Fabiana Cantilo en ‘A rodar mi vida’, el segundo se colgó a Dylan con su ‘Sólo le pido a Dios’ y luego, acompañado de los D-Mente de Andrés Giménez (el ex A.N.I.M.A.L.), sacó la polenta de un remozado ‘Fantasma de Canterville’.

Al final, esas sorpresas quedarán en el recuerdo. No las consabidas diatribas del señor González, ni el peor sonido de Calamaro, afectado por la lluvia que cayó sobre los asistentes. El único que podía desafiar eso era, cómo no, Charly. El eterno, el imperecedero, el que, quizás como el único Cristo rockero (el otro podría ser Spinetta, sin dudas), puede enfrentarse por dos veces a la lluvia y salir airoso gritando ‘Demoliendo hoteles’ o ‘Cerca de la revolución’. Eso es mucho mejor que escuchar al ex Prisionero lanzar sus frases de galería.

Como sea, este abrazo resultó a la “Chilean way”. Bien mediocre, con pocas sorpresas (una de las pocas fue la que el Flaco Spinetta le preparó a los 33 mineros), o peor aún, con poca explosión. Sólo hubo un puñado de ejecutantes que lo hicieron. Y si bien, apelando a la metáfora inicial, de abrazo sólo hubo el nombre, porque la tremenda separación entre canchas y público de primera y segunda, sólo hizo que la intención la devorara el vil dinero y eso no lo arregló ni los homenajes ni el ‘Todos juntos’ de los patronos Los Jaivas.

Felipe Kraljevich M.
Fotos: Sebastián Jiménez

1 comentario:

  1. Me parece que más que el festival en sí, tu comentario es "a la Chilean way": parcial y contradictorio.
    Concuerdo 100% contigo en la ridícula y elitista división de la cancha, aún cuando yo estaba en Cancha Vip. También con que algunos músicos estuvieron fríos. Pero de ahí a decir que el festival fue mediocre, no, creo que exageras. Fue una jornada correcta, con momentos mejores que otros, pero no hubo demoras excesivas, ni presentaciones deplorables. El sonido estuvo bueno, salvo García y calamaro.
    Tampoco comparto tus juicios sobre las "frases de galería" del "Sr González". De galería eran las frases de Beto Cuevas. Tú mismo señalas anteriormente que los demás chilenos estuvieron callados. Y celebras a Cordera, pero criticas a Jorge González, el único que se atreve a decir verdades que a muchos les duelen.

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